Ignacio Peinado, Olga Laosa, Ángel Rodríguez Laso y José Antonio Carnicero (Fundación para la Investigación Biomédica del Hospital Universitario de Getafe).

Olga Laosa: “el objetivo es motivar a las personas mayores para realizar actividad física y ser independientes”

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A estas alturas, a nadie le sorprende la afirmación de que el ejercicio físico tiene un sinfín de beneficios para la salud, especialmente para los adultos de mayor edad. Entre dichos beneficios, podemos citar un mejor estado de salud física y mental, prevención del deterioro cognitivo y de accidentes, aumento de la energía, mejor calidad de sueño, músculos y huesos más resistentes, etc.

No obstante, no todos los ejercicios son iguales ni nos favorecen de la misma manera. Los ejercicios aeróbicos (como montar en bici, correr, andar o nadar) mejoran nuestra resistencia, aumentan la respiración y mejoran la frecuencia cardíaca. Por su parte, los ejercicios de fuerza (como el levantamiento de pesas) fortalecen los músculos y mejoran el tono muscular. Y otro tanto podemos decir de los ejercicios de flexibilidad y equilibrio, que ayudan a evitar lesiones, relajarnos, etc.

Por tanto, es lógico que exista un interés legítimo a nivel sanitario para animar a la población -especialmente a la más envejecida- a realizar ejercicio físico de manera habitual, con el fin de mejorar su salud y su calidad de vida. En el campo de la investigación, son varios los proyectos que han centrado sus esfuerzos en esto, como es el caso de MOTIVA, proyecto del Ministerio de Innovación y Ciencia financiado a través de la convocatoria Generación de Conocimiento 2022, concedida recientemente a la Fundación de Investigación Biomédica del Hospital Universitario de Getafe (FIBHUG).

Para conocer más detalles sobre MOTIVA, sus objetivos y aplicaciones, charlamos con la Dra. Olga Laosa Zafra, farmacóloga clínica e investigadora de la FIBHUG y responsable de la gestión, desarrollo y evaluación de su ensayo clínico.

¿Qué es MOTIVA? ¿En qué consiste el proyecto?

MOTIVA es un proyecto que se basa en uno anterior, ACTIVE UP -en el que también participó la Fundación para la Investigación Biomédica del Hospital Universitario de Getafe (FIBHUG) – que aspira a que las personas mayores hagan actividad física sin tener que estar supervisadas por un profesional sanitario (fisioterapeuta, enfermero, médico, etc.) de manera que lo puedan hacer tranquilamente en su propia casa.

Se sabe que sólo el 14% de las personas mayores cumplen con la actividad física recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Por ello, lo que se intenta con proyectos como MOTIVA es, tal y como su nombre indica, motivar a las personas mayores para realizar esa actividad física y que con ello mejoren su rendimiento, disminuyan los posibles problemas de salud y aumenten su capacidad de hacer cosas y mantenerse independientes.

¿Qué diferencia hay en MOTIVA respecto a ACTIVE UP?

ACTIVE UP podemos definirlo como la fase preliminar de MOTIVA. Era un proyecto más pequeño y cuyo software podríamos decir que es el “esqueleto” sobre el que se va a diseñar para MOTIVA, añadiéndole muchas más funcionalidades, datos y perfiles motivacionales.

Esto último es algo muy relevante, puesto que las personas tenemos diferentes perfiles de motivación. Por ejemplo, hay quienes se sienten más motivados si compiten con terceras personas, otros con retarse a sí mismos para batir sus marcas y mejorar, y otros que prefieren que nadie les diga nada para poder hacer las cosas a su ritmo. Todos estos perfiles hay que estudiarlos. Ver cómo actúa cada persona, qué tipo de perfil motivacional le corresponde, intentar clasificarlo, y con todo eso, intentar lanzarle los mensajes necesarios para que logre ese rendimiento físico.

“ACTIVE UP podemos definirlo como la fase preliminar de MOTIVA”

Una parte del proceso -la primera- es la creación del llamado “ecosistema computacional”. ¿De qué se trata?

El ecosistema computacional es una combinación de datos y aplicaciones con unos objetivos centrales: descubrir el perfil motivacional -del que hablábamos antes- y determinar cuál es la situación física de la persona a nivel funcional. Con todos esos datos, podemos plantear un objetivo, que sería el tipo de actividad física que debe hacer y la intensidad a la que debería aspirar, así como los mensajes necesarios para que lo consiga. Por tanto, todo lo que recibe cada persona es individualizado de acuerdo a la evaluación que se le ha realizado previamente. Todo ello teniendo siempre en cuenta que nadie lo va a supervisar. Es posible que haya familiares, pero no un fisioterapeuta o un médico o enfermera dirigiendo la actividad y explicando cómo hacerlo mejor.

La diferencia entre uno y otro radica, entonces, en el aspecto motivacional.

Principalmente.

Por otra parte, estaría el ensayo clínico en sí, puesto que todas estas herramientas tecnológicas no valdrían para nada por sí solas.

La parte “computacional” será desarrollada por la Universidad Politécnica de Madrid, que son quienes participan también en el proyecto. Ellos crearán el sistema y nosotros, desde la Fundación, nos haremos cargo de la parte clínica, que consistirá en la validación de todos esos datos.

En primer lugar tendremos que detallar las necesidades que tienen nuestros sujetos mayores, porque si creamos una aplicación muy complicada de entender o de manejar, con teclas e iconos pequeños que no vean bien, no habrá un registro correcto de los datos. De manera que necesitamos conocer qué necesidades tienen y cómo podemos presentarles la información. Una vez que tengamos eso, podremos poner en marcha la segunda parte del proyecto, la validación clínica.

Esta fase, la del ensayo clínico, cuenta con 2 grupos diferenciados: un denominado grupo intervención y el otro denominado grupo control. Ambos grupos van a tener que llevar a cabo actividad física, pero mientras que uno va a contar con supervisión, el otro sólo contará con nuestro sistema MOTIVA, con su ecosistema motivacional.

Lo que queremos conseguir con esto es comprobar que aquellos que hacen el ejercicio con el sistema MOTIVA tienen una tasa de cumplimiento igual, o similar, a los que realizan el ejercicio bajo supervisión médica. Y luego, además, esa información nos permitirá comprobar si nuestro programa de ejercicios mejora significativamente el rendimiento físico del paciente.

Para este proyecto, contamos con la colaboración, además de la UPM para la parte de desarrollo computacional, con investigadores del hospital, concretamente del servicio de Geriatría, del CIBERFES y de la FIBHUG.

“Queremos comprobar si aquellos que hacen el ejercicio con el sistema MOTIVA tienen una tasa de cumplimiento igual, o similar, a los que realizan el ejercicio bajo supervisión médica”

¿La plantilla de ejercicios es algo ya desarrollado, no?

Eso está desarrollado, sí. Es el VIVIFRAIL, que es un proyecto previo que se hizo hace unos años. Una iniciativa europea dentro del programa Erasmus+ en el que se diseñó un programa de actividad física para las personas mayores, pero de manera personalizada. Lo primero que se hace para este programa de ejercicios es evaluar el estado funcional de los adultos mayores, que se evalúa a través del SPPB, un test estandarizado y utilizado a nivel mundial que mide la velocidad de la marcha, la capacidad de levantarse de una silla y el equilibrio del paciente. Eso te da una puntuación de 0 a 12 entre el peor estado funcional y el mejor.

¿Similar a un grado de invalidez?

Algo así. Según la puntación el SPPB existen unas ruedas de ejercicios (A, B, C y D) y, dependiendo de la puntuación, se utiliza una rueda u otra. Además, permite la reevaluación y cambiar de rueda si el pacientes mejora o empeora.

¿VIVIFRAIL por quién fue desarrollado? ¿Traumatólogos, fisioterapeutas…?

No, esto se coordinó desde la Universidad Pública de Navarra, el grupo del profesor Mikel Izquierdo, que es catedrático y director del departamento de Ciencias de la Salud y con una amplia trayectoria en investigación en actividad física y envejecimiento.

Ignacio Peinado, Olga Laosa, Ángel Rodríguez Laso y José Antonio Carnicero (Fundación para la Investigación Biomédica del Hospital Universitario de Getafe).
Ignacio Peinado, Olga Laosa, Ángel Rodríguez Laso y José Antonio Carnicero, responsables del proyecto, en la sede de la Fundación para la Investigación Biomédica del Hospital Universitario de Getafe.

Siempre se ha dado mucha importancia al ejercicio cardiovascular (andar, correr, nadar, etc.) en ancianos, pero muchos fisioterapeutas destacan que también es necesario incluir en dichas rutinas ejercicios de fuerza, porque muchas veces el problema de la gente mayor es la falta de tono muscular y resistencia.

Eso es. Se intenta combinar ejercicio aeróbico con ejercicios de fuerza para fortalecer la musculatura. La más importante, obviamente, es la de las piernas, porque es la que va a hacer que se puedan mover, pero también de brazos y espalda.

Quería preguntarle también acerca de la financiación. ¿Es un proyecto europeo o nacional? ¿El haber participado en ACTIVE UP facilita el proceso?

Es nacional. Del Ministerio de Ciencia e Innovación, concretamente. En la convocatoria de Generación del Conocimiento 2022, una convocatoria pública reciente -cerró en el mes de enero de 2023-. Son dos proyectos diferentes. La experiencia en ACTIVE UP te da puntos, no respecto a la convocatoria, sino que ya conoces el procedimiento y permite estar más preparado. No partes de 0 sino de algo que ya se ha hecho. Eso es importante y se tiene muy en cuenta en las evaluaciones.

¿Desde aquí llevarán la parte clínica?

Sí, yo me encargo sobre todo del diseño y de gestionar el ensayo clínico. No tanto la selección y el seguimiento de los pacientes, sino del diseño, desarrollo y evaluación de resultados del ensayo clínico. Del reclutamiento y seguimiento clínico de los participantes se encargan otros miembros del equipo del hospital, del CIBERFES y de la FIBHUG.

¿Cuál es el objetivo final de MOTIVA? ¿El papel que juega la motivación? ¿El ejercicio físico y el rendimiento que genera? ¿La prevención de otros problemas de salud?

El objetivo es conseguir que las personas mayores hagan más actividad física. Lo que recomiendan todas las guías y la OMS.

Si para hacer actividad física, nuestros mayores dependen de tener personal facultativo que les supervise… pues no lo van a hacer. O no en la misma medida. Por ello, lo que buscamos es conseguir que hagan la actividad física por sí mismos. No se trata de medir la motivación que tiene cada uno, sino de que hagan actividad física de la manera más sencilla y autónoma posible, en su casa y por su cuenta. Que la actividad física les haga mejorar su salud y su capacidad de hacer cosas, es también un objetivo, obviamente, pero de eso ya disponemos de más evidencias. Existen multitud de proyectos, algunos liderados por nuestro grupo,  que demuestran que la actividad fisica mejora la salud de los adultos mayores en todos los aspectos: SPRINTT, MIDFRAIL, DIABFRAIL LATAM, etc. todos van encaminados a lo mismo: actividad física y mejora del rendimiento y la salud.

“No se trata de medir la motivación que tiene cada uno, sino de que hagan actividad física de la manera más sencilla y autónoma posible, en su casa y por su cuenta”

¿Se evalúa también el papel que puedan jugar familiares, cuidadores, etc? Me refiero a las diferencias entre los resultados de una persona mayor que vive sola, o en un pueblo, en comparación con quien vive con sus familiares o interactúa con más gente.

En el estudio entran principalmente sujetos robustos -con buen estado funcional- y prefrágiles, pero no pacientes con discapacidad. En el caso de los primeros no suelen necesitar cuidadores como tal. No obstante, toda la información se recoge en el ensayo clínico: con quién vive, dónde, etc. El contexto en el que se desarrolla el día a día del paciente. Y luego, claro, eso se evalúa.

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