El Dr. José Ángel Lorente Balanza y la médico residente Ana Salvador Rodríguez presentaban, delante de la Fundación para la Investigación Biomédica del Hospital Universitario de Getafe, el trabajo de investigación “Relación entre la administración de noradrenalina y desenlaces desfavorables en pacientes quemados (Hospital Universitario de Getafe, 1991-2019)”.

Relación entre la administración de noradrenalina y desenlaces desfavorables en el paciente quemado

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Esta semana, el Dr. José Ángel Lorente Balanza y la médico residente Ana Salvador Rodríguez presentaban, delante de la Fundación para la Investigación Biomédica del Hospital Universitario de Getafe, el trabajo de investigación “Relación entre la administración de noradrenalina y desenlaces desfavorables en pacientes quemados (Hospital Universitario de Getafe, 1991-2019)”.

Pocas áreas en la medicina crítica han experimentado tan notorios avances como el manejo multidisciplinario del paciente quemado grave, en la Unidad de Grandes Quemados (UGQ). Disminuyendo notablemente la mortalidad de los afectados.

No obstante, numerosos aspectos del abordaje intensivo de estos pacientes continúan siendo un reto. Se desconoce qué cambios fisiológicos o en la función de órganos forman parte del concepto de Fracaso de la Resucitación. A este respecto, no se evidencian estudios realizados en pacientes quemados críticos que demuestren las complicaciones derivadas de la necesidad de noradrenalina en el tratamiento del shock, constituyendo un reto para el presente estudio.

En la literatura científica encontramos buenas descripciones de la fisiopatología del shock, fases del paciente quemado, y sus complicaciones derivadas. Factores como la edad, el sexo, el manejo inadecuado de la superficie corporal quemada, o la lesión por inhalación, agravan el riesgo de mortalidad en el paciente gran quemado.

Entre los desenlaces desfavorables de este tipo de pacientes destaca: la mortalidad, el desarrollo del síndrome de disfunción multiorgánica, la necesidad de terapia renal sustitutiva, y el desarrollo de infecciones.

Se han propuesto varios métodos para lograr una óptima resucitación, pero se desconoce cuál es el régimen de resucitación más adecuado y que se asocie a menores desenlaces desfavorables durante las siguientes fases de la evolución de paciente: fase de post-resucitación y fase de inflamación-sepsis.

En el estudio ―observacional, analítico, longitudinal y retrospectivo―, se fijaba como objetivo principal el analizar la asociación entre necesidad de noradrenalina durante la fase de resucitación —primeros tres días de estancia en la UGQ— y la incidencia de mortalidad durante la estancia de los pacientes quemados críticos adultos, en este caso en el Hospital Universitario de Getafe.

Con una muestra robusta, de más de mil pacientes, registrados en un periodo amplio de tiempo ―entre los años 1991 y 2019―, en un centro de referencia en la prevención de las infecciones y en el tratamiento de quemados críticos como lo es el Hospital de Getafe, los resultados son harto interesantes.

Comentaba el Dr. Lorente Balanza la importancia de contar con personal especializado en el manejo del paciente gran quemado: enfermería, intensivistas, cirujanos plásticos, entre otras especialistas, son perfiles que contribuyen decisivamente a la mayor supervivencia y alcance de mejores resultados en la recuperación funcional del paciente aquí estudiado.

Entre las líneas de investigación del Servicio de Medicina Intensiva del Hospital Universitario de Getafe, se encuentra el análisis del patrón de disfunción multiorgánica y los mecanismos por los que éste se produce, en pacientes con quemaduras extensas; así como el estudio de la Fase D en su situación. Esta fase dura los primeros 2-3 días tras el trauma, y consiste en inestabilidad hemodinámica, perdida de volumen plasmático al espacio extravascular, e hipoperfusión del tejido quemado. Se trata de una fase en la cual el paciente ha percibido un tratamiento especializado y, en caso contrario, el paciente evoluciona de forma desfavorable ―incluso, en el quemado de sistemas, con el fallecimiento―. “Por eso estamos interesados en estudiar cuál es la mejor forma de tratar a esos pacientes en fase de resucitación, para monitorizar su respuesta fisiológica al tratamiento, y así conseguir los mejores resultados. En este contexto se entiende la investigación que presentamos ahora”, aclara el Jefe de Servicio de Medicina Intensiva en el Hospital Universiario de Getafe, y director de esta proyecto de investigación, el Dr. José Ángel Lorente Balanza.

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