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ENTREVISTA AL DR. EDUARDO MARTÍN SANZ, JEFE DE SECCIÓN DE OTORRINOLARINGOLOGÍA DEL HUG

Con motivo del próximo curso sobre Otoneurología basada en Casos Clínicos, charlamos con el Dr. Eduardo Martín Sanz, Jefe de sección de Otorrinolaringología del Hospital Universitario de Getafe, para conocer las claves del citado curso, sus puntos fuertes y los aportes que su asistencia pueden ofrecer a todos aquellos que decidan inscribirse.

El curso tendrá una clara vocación práctica, centrando sus esfuerzos en el análisis y comentario de casos clínicos reales, que puedan ayudar a los asistentes a despejar posibles dudas y clarificar diagnósticos. Abarcará, de cualquier modo, casos de todo tipo: desde diagnósticos sencillos, como podría ser un vértigo posicional; hasta otros más complejos y graves, como problemas neurológicos, tal y como nos explicó el Dr. Martín Sanz:

Antes de nada, un poco para acotar el contexto, me gustaría hacer un pequeño resumen, una introducción, de lo que es la otoneurología. Qué abarca, de qué ámbitos de estudio se encarga, etc.

La otoneurología es la rama de la otorrinolaringología que estudia, diagnostica y trata los casos de vértigo y equilibrio. Inicialmente se originó para estudiar y tratar el ámbito puramente otorrinolaringológico que denominamos vértigo periférico, pero a medida que se ha ido desarrollando, somos los otoneurólogos -los otorrinos especializados en vértigo- los que estamos tratando patologías no sólo periféricas, sino también las que se denominan «patología frontera», es decir, bordeando con la neurología.

Patologías que, entiendo, tienen su origen a un nivel cerebral, no auditivo. Aunque luego repercuta en el oído.

Sí…vamos a ver, el vértigo, en el 85% de los casos, tiene un origen en el oído interno. Por eso es siempre el otorrino el que se va a dedicar a este ámbito o especialidad. Lo que pasa es que en muchos vértigos también interviene, de alguna manera, la patología neurológica.

En el curso se hace mucha referencia a la proyección que tiene esta rama de medicina. ¿Cuál es el estado actual de la otoneurología, al menos en nuestro país?

El estado actual es una progresión logarítmica. Esta misma pregunta, hace 10 o 15 años, no tendría nada que ver. Antaño era una rama muy residual dentro de la otorrinolaringología, pero ha habido muchos avances gracias, en buena parte, al desarrollo tecnológico y en el conocimiento internacional de la patología vestibular periférica -que es lo que denominamos «vértigo»-. Todos estos avances han repercutido en nuestro ámbito de investigación.

Ahora mismo, la salud de la otoneurología española es muy buena. Tenemos un país con mucha proyección internacional, con muchas publicaciones…en mi caso particular, la rama de la otoneurología representa aproximadamente el 30% de la toda la producción científica de la otorrinolaringología. Por tanto, podemos decir que se trata de una rama con muchísima proyección, de ahí la gran demanda de este tipo de cursos.

El curso lo dirigen usted, como jefe de sección en el Hospital Universitario de Getafe, y Nicolás Pérez Fernández, de la Clínica Universidad de Navarra. ¿Qué vínculo hay entre ustedes o entre ambos centros?

El servicio de Nicolás Pérez fue de los primeros en España que montó una unidad de otoneurología. Una unidad en la que yo me formé, de hecho. Ése es el vínculo. Tengo mucha relación con la Clínica Universidad de Navarra por formación, porque hice la residencia y el doctorado allí… hemos  colaborado y publicado muchos estudios en conjunto. Además, hoy en día la otoneurología en España no se entiende sin la labor de Nicolás Pérez, que es un referente. Para mí es un orgullo contar con él para este curso. Es un invitado de auténtico lujo.

«Hoy en día la otoneurología en España no se entiende sin la labor de Nicolás Pérez, que es un referente. Para mí es un orgullo contar con él para este curso.»

Hablábamos antes de los tremendos avances que han posibilitado las nuevas tecnologías. Volviendo la vista atrás: ¿Qué diferencias podríamos encontrar entre en los tratamientos de hoy y los de hace 20 o 15 años?

Pues, por ejemplo, antes teníamos unas pocas herramientas para evaluar a un paciente con vértigo. Herramientas que eran pruebas muy largas, muy desagradables para el paciente, y que, además, producían vértigos. Eso ha dado paso a nuevas técnicas, más actuales, que permiten en 4 o 5 minutos estudiar todo el oído interno de un paciente sin producir esas sensaciones desasosegantes. Con lo cual, sólo por eso ya podemos ver un desarrollo importante.

ENTREVISTA AL DR. EDUARDO MARTÍN SANZ

Por si fuera poco, estas nuevas herramientas han empezado a darnos información adicional. Si antaño estudiábamos una parte del laberinto (la parte del oído interno donde se producen estos problemas de equilibrio), ahora somos capaces de analizar y conocer todas las partes de él. Y eso es lo que nos ha permitido avanzar y también descubrir nuevos síndromes clínicos. Actualmente hay diagnósticos que, hace 20 años, sencillamente no existían: la paroxismia vestibular, el síndrome de la tercera ventana, el manejo de la fístula perilinfática, etc. Es decir, nos han dado muchas más armas para entenderlos, desde maniobras de reposición (que se han ido creando a raíz de los nuevos síndromes clínicos) hasta tratamientos quirúrgicos que antes no contemplábamos.

Teniendo en cuenta todo esto, ¿a qué perfil profesional va indicado el curso? ¿A especialistas en otorrinolaringología, únicamente, o la idea es ofrecer una visión más global?

Llevamos bastante tiempo haciendo cursos basados en casos prácticos. Desde mi punto de vista, la clave, lo que aporta el curso en cuanto a valor añadido, es eso: casos clínicos casos reales. Todas nuestras exploraciones se graban, toda la historia clínica, etc. Eso nos permite proyectar todo el proceso de diagnóstico mientras desgranamos los signos, y el cursillista puede verlo directamente. Es muy distinto a un curso meramente teórico. En aquéllos, el ponente parte de una cierta posición de autoridad, mientras que aquí no.

En este curso vamos a ver casos de todo tipo, tanto complejos como sencillos. Ése es otro de los objetivos: atraer a gente de muchos grados de conocimiento. Desde un nivel -digámoslo así- básico, hasta profesionales con mucha experiencia. Y todos esos casos se van a poder seguir en «pseudodirecto» para hacer partícipes a los asistentes de las dificultades que nosotros mismos hemos encontrado.

Es un aprendizaje progresivo: empezamos con casos más sencillos como, por ejemplo, el vértigo posicional, la neuritis vestibular, etc. Cosas muy típicos, muy comunes. Y a partir de ahí es cuando empezamos a mostrar casos que, a priori, se parecen a los primeros, pero no lo son… y eso es importante, porque esas situaciones no son tan infrecuentes como podríamos pensar.

¿Es a lo que se refería antes acerca de los «casos frontera»?

Efectivamente. Patología frontera, patología compleja…un caso puede parecer una cosa y no serla. Puede parecer neurológico y ser periférico, por ejemplo. ¡O al revés! Esos casos complejos nos los podemos encontrar cualquier día y por eso es importante verlos en detalle, porque pocas veces se ven en los cursos convencionales.

Un abordaje eminentemente práctico… ¿Y la teoría?

También la hay. Aunque tratamos de que sean lo más prácticos posible, cada caso clínico ha de ir aderezado con un desarrollo teórico concreto, de tal manera que proyectamos la exploración, explicamos qué hemos visto en ella, qué interpretamos, en qué han consistido las pruebas realizadas, etc. Y luego desarrollamos ese caso con el diagnóstico diferencial y cómo lo podemos tratar.

¿Qué cree que aporta al asistente al curso esta metodología?

Un enfoque humilde. Eso es lo que buscamos.

Estamos acostumbrados a que, cuando alguien explica algo, ponga el caso estrella. Lo que llamamos, vulgarmente, «el caso de libro”. Eso es una manera de enseñar, pero también es una manera de desaprender, porque esas situaciones no son muy abundantes. Los casos «redondos», claros, en los que uno tiene la sensación de que es muy fácil diagnosticar por su obviedad, tienen un gran problema: las cosas no son así en la vida real. Surgen infinidad de problemas. Desde un paciente no se explica bien, a una exploración que es anodina y tediosa, o porque no le damos importancia a ciertos signos, etc. Al poner situaciones reales en los que nosotros mismos hemos encontrado dificultades, podemos decir: «Aquí me equivoqué. Hice este diagnóstico y luego me di cuenta de que era otro». Creo que esta metodología, humilde, enseña mucho más.

«Los casos ‘redondos’, claros, en los que uno tiene la sensación de que es muy fácil diagnosticar por su obviedad, tienen un gran problema: las cosas no son así en la vida real.»

Más cercano a la experiencia real que un planteamiento «de libro», ¿no?

Claro. Es un enfoque que, personalmente, a mí me gusta.

Los casos de «esto+esto+esto = diagnóstico», cuando tienes experiencia, puedes verlos. Pero cuando estás aprendiendo, algo así te puede llegar a despistar más que otra cosa. Por eso es por lo que buscamos ese enfoque práctico, porque muestra al público los pasos que hemos necesitado para llegar al diagnóstico. A veces es algo rápido, otras veces no tanto… incluso ha habido casos en los que el diagnóstico ha sido equivocado y hemos tenido que desandar el camino.

Esta es la cuarta edición del curso. ¿Han recuperado la presencialidad?

Sí, en efecto. Este es el segundo curso organizado en el Hospital de Getafe (hubo otro en Chamartín, con 240 asistentes de toda España). Durante la pandemia impulsamos cursos online, algunos con gran éxito, la verdad. Hicimos uno con más de 1.000 inscritos.

Mucha demanda, por lo que veo.

Muchísima. El online lo que nos permitió fue enfocar el curso no sólo a España, sino también a Hispanoamérica.

El problema de los cursos online es que, a pesar de que suelen tener muchas más inscripciones -algo que alimenta nuestra parte más vanidosa-, el rendimiento real es mucho más relativo. Hay más descargas de las conferencias, pero, a la hora de la verdad, hay una menor interacción con el público. Nuestro curso, por ejemplo, tiene premio. Organizamos un Kahoot! en cada bloque de temas, de manera que quien más preguntas correctas haya acumulado a lo largo del curso, gana. Ese tipo de cosas ganan con la presencialidad.

Programa completo del Curso de Otoneurología basada en casos clínicos