El pasado jueves 15 de febrero se celebró la segunda jornada del XVII Ciclo de Talleres sobre Innovación en la Gestión, organizados por el Hospital Universitario de Getafe y la Fundación para la Investigación Biomédica.
En esta ocasión, la Dra. Beatriz Cuenca, Jefa del Servicio de Medicina Digestiva fue la encargada de impartir esta charla centrada en la Hepatitis C: la desaparición de una enfermedad gracias a una medicación eficaz y la importancia de los avances farmacéuticos en su curación.
La Dra. Cuenca es especialista en gatroenterología y superespecialista en patología hepática. Estudió Medicina y Cirugía en la Universidad Complutense de Madrid. Durante su doctorado, se centró en el campo de la cirrosis hepática. Desde hace nueve años, es Jefa del Servicio de Medicina Digestiva del Hospital Universitario de Getafe. También, es profesora de la Universidad Europea de Madrid. Tiene más de 150 comunicaciones publicaciones y más de 100 trabajos, así como un libro de ecografía.
PREGUNTA: ¿Cómo es el virus C?
RESPUESTA: El virus de la Hepatitis C es descubierto en 1989 por dos científicos Harvey J. Alter, Michael Houghton y Charles M. Rice que ganaron el premio Nobel de Medicina. Antes de que esto ocurriera, al virus C se referían como NoA-NoB, es decir, no era el Virus de la Hepatitis A ni el de la B.
Las hepatitis crónicas son las del Virus B, Delta y C. En el caso de la del Virus B, en adultos, se cura sin necesidad de medicación en el 95% de los casos. El virus Delta es deficitario, no tiene una cápsula que lo rodee y necesita al virus B para replicarse. En cambio, en el 70% u 80% de los pacientes con una infección aguda por virus C, este se cronifica. El problema de este virus es que son asintomáticos en la mayoría de los casos. Si tu tienes una infección asintomática que en el 80% de los casos se cronifica, si no la buscas, no la vas a encontrar nunca.
Cuando se cronifica no se cura. Al cronificarse puede evolucionar y desarrollarse. Los hepatocitos se van rompiendo y el organismo intenta reponerlos. Si la respuesta inmunitaria es buena, se produce la curación de la hepatitis crónica. Si es una respuesta no suficiente, los hepatocitos rotos son demasiados, se forman cicatrices y el hígado se va endureciendo hasta producir cirrosis.
El problema de la cirrosis es que con los años puede descompensarse. Aparece en el 20% de los casos de infección por virus C, sin que haya otro factor agravante como el alcohol, el virus B, el VIH, etc. ¿Cuándo se puede producir la descompensación? A los cinco años de tener cirrosis puede aparecer y es el factor de riesgo del cáncer hepatocelular.
El virus C no solamente afecta al hígado, sino que puede afectar a otros órganos y producir otras enfermedades como nefritis, crioglobulinemia e, incluso, puede estar asociado a una mala progresión de la diabetes. Al curar el virus C, el resto de esas patologías mejoran.
P: ¿Cómo han evolucionado los tratamientos del VHC a lo largo del tiempo? ¿Están permitiendo los tratamientos antivirales de acción directa acabar, prácticamente, con el virus o su contagio?
R: El Virus C ha sido una de las cosas que ha revolucionado todo. Cuando se empezó a tratar este virus, se hacía con interferón, más tarde, con interferón pegilado y la ribavirina, que eran un poquito más efectivos. Estos tratamientos eran más o menos de un año, pero tenían unos efectos secundarios horribles. De hecho, el 20% de los pacientes no conseguían finalizar el tratamiento y lo dejaban por el gran malestar que provocaban, cansancio, fiebre, anemia, dolores articulares y musculares y alopecia, entre otros. Además, el Virus C está asociado con problemas psiquiátricos. Los psicológicos que surgen del rechazo que sufre la persona contagiada por el resto de su entorno y, también, se ha visto puede influir en ciertas parcelas psiquiátricas. Por este motivo, este tratamiento no se podía recetar a pacientes con intentos de suicidio u otros casos similares, a no ser que un psiquiatra diese el visto bueno. Había un deterioro en el paciente un deterioro físico y mental.
En 1998 se empieza a trabajar con el interferón pegilado y la ribavirina. En 2011, surge la asociación de interferón y ribavirina con antivirales de acción directa. Los efectos secundarios seguían siendo horribles, y los efectos hematológicos también lo eran. A los pacientes les producían anemias y unas plaquetopenias muy graves. Entonces, se vio que había que evolución. Esto ocurre en el 2014 con la primera generación de antivirales de acción directa, con el sofosbuvir. Fue una innovación tremenda en el tratamiento del Virus C. Cada antiviral era mejor en cuanto que eran por vía oral, mejor en cuanto a la duración, que se acortaba y mejor en cuanto a la curación.
Entonces llega el año 2017 y fue mágico, porque surgen los antivirales de acción directa pangenómicos, lo que significa que no hay que añadirles ribavirina. Además, eran muy simples, era una toma diaria por vía oral y por un periodo de 8 a 12 semanas y con unos resultados del 90% de curación. Los efectos secundarios eran mínimos.
P: ¿Cómo se detectan los contagios de VHC? ¿Qué estrategia de cribado se aplica en España?
R: Para la eliminación del virus C se empieza a hacer un trabajo conjunto de la sociedad de hepatología, con la atención primaria y con el Ministerio de Sanidad. Se sabe que en España queda un número de pacientes que no se están tratando, bien porque algunas regiones no tienen dinero para tratarlo, porque no funciona bien la atención primaria, porque es difícil que estos pacientes acudan a consulta, bien porque están en la calle, bien porque son drogadictos. También, están aquellos pacientes que son asintomáticos que no ha sido diagnosticado porque nunca se les ha hecho una prueba antivirus C. Podemos encontrar, además, pacientes que se han quedado el sistema como positivos pero que no han sido tratados y aquellos que, aunque pertenecen a grupos de riesgo no han sido diagnosticados.
Se empieza a trabajar en la microeliminación o cribado. Hay varios tipos: cribado universal, etario y oportunista. El universal se haría a todas las personas que pasan por consulta, el etario, por grupos de edad, y el oportunista, por grupos de riesgo. En España, se hace este último tipo de cribado. Es una cuestión monetaria.
P: ¿Cuáles son los grupos de riesgo a lo que más afecta el VHC?
R: El VHC se transmite por vía parenteral, por lo que las personas que tienen más riesgo de contagiarse son los adictos, los drogadictos, que consumen droga por vía intravenosa, pero, también, por vía nasal porque el papel puede estar infectado, porque se produce sangre en los cornetes, etc. Las prisiones son un foco muy grande del VHC debido a que en ellas se mueve mucha droga y por las prácticas sexuales de riesgo, como el sexo anal, sin protección. Estos últimos, en general, son los hombres homosexuales, que mantienen este tipo de relaciones sexuales sin protección y con múltiples personas, y por lo tanto forman parte de la población de riesgo. Hay que recordar que el VHC no se transmite por otro tipo de secreciones como la saliva o el semen, solo es por la sangre. Además, pacientes que hayan sido diagnosticados con VHI deben ser testados para el VHC. Por otro lado, el personal sanitario también puede estar expuesto al VHC, especialmente en los laboratorios donde tienen riesgo de pincharse.
Antes de la 1989, la causa más frecuente de contagio del VHC eran las transfusiones de sangre. Las donaciones no eran altruistas, sino que la sangre podía venderse y aquellas personas que necesitaban dinero lo hacían a menudo y siempre había riesgo de contagio.
Otro foco de riesgo, aunque ahora ya hay medidas sanitarias estrictas, se generaba a la hora de hacerte un piercing o tatuaje. No había precauciones con las agujas y se usaba la misma tinta para varias personas. Ahora esto está controlado.
La incidencia de niños que al nacer de madres contagiadas presentan el virus es muy baja. Suele ocurrir cuando estas tienen unas cargas virales muy altas, VIH o sufren partos traumáticos.
P: ¿Ves plausible el Objetivo establecido por la OMS de acabar con el VHC para el año 2030? Es decir, que la enfermedad se vuelva residual, sin apenas nuevos casos.
R: Cuando aparecieron los antivirales de acción directa sin interferón en el año 2013, la Organización Mundial de la Salud (OMS) vio que se podía trabajar sobre esta enfermedad y hacerla desaparecer. Entonces, pone el año 2023 como fecha en todos los países para la eliminación del virus C. El 90% de los pacientes se cura, es algo cercano al 100%. En cuanto a la eliminación, depende de los recursos de cada país. Si no hay medios ni dinero para que se tomen medidas de diagnóstico y tratamiento, algunos países no podrán completar el objetivo de la OMS.
P: ¿Por qué no ha sido posible desarrollar una vacuna?
R: Los virus pueden ser ARN o ADN. El virus C es un virus ARN y, a la hora de replicarse, va colocando los aminoácidos en la misma posición, uno a uno. El VHC tiene mucha capacidad de hacer mutaciones, es decir, pequeños cambios en estos aminoácidos que conforman el virus y que condicionan los genotipos distintos, que hacen que los pacientes reaccionen peor. Cuando esos cambios son muy pequeños, se denominan cuasiespecies y, otras veces, esos cambios en el aminoácido son fijos. Entonces la vacuna “se hace un lío” porque no sabe como reaccionar. Por eso, para el VHC no han conseguido encontrar ninguna vacuna efectiva. Por suerte, tiene un tratamiento que hace que no tengas la enfermedad y que te cura en casi el 100% de los casos.